10 BUENAS RAZONES PARA HACER TERAPIA PSICOLÓGICA

29/01/2019

Después de más de 5 años en ejercicio profesional, si algo he aprendido de hacer terapia (aunque en realidad he aprendido mucho), es que la terapia ayuda.

 

No siempre, no a todo el mundo, no todos los psicólogos somos buenos para todo tipo de pacientes... Pero en general, la terapia ayuda.

 

Sin embargo, hoy, como psicólogo, como David, quiero sincerarme contigo: la psicología no es la panacea de la salud mental. No es el remedio, o no al menos el único remedio. Hoy, se puede hacer terapia con muchas cosas: viajeterapia, cervezaterapia, heladoterapia... Mmm, helado.

 

A veces, no siempre, pero a veces, cuando las circunstancias de la persona mejoran, el estado psico-emocional de la misma también lo hace. Así, tener una "buena vida" (entrecomillo porque: una buena vida puede ser muy diferente para ti que para mí, muy distinta para alguien que viva en Estocolmo y para quien viva en Dakar), con circunstancias favorables y una red social fuerte y significativa, influye de manera incontestable en la calidad de la salud mental y emocional.

 

Unas circunstancias favorables son, desde luego, un buen aliado del psicólogo.

 

Pero, ¿y cuándo todo va mal? Entonces, ¿qué? ¿Sirve de algo la terapia psicológica? Pues sí, indudablemente. Porque cuando todo va mal la terapia psicológica suele enseñarte que... no todo va mal.

 

Y ése es sólo uno de los motivos por los que es útil la terapia psicológica y que seguramente te ayudaran (eso es lo que hacemos los psicólogos, ayudar, pero el principal artífice del cambio eres tú), vaya "todo" bien o vaya "todo" mal, a estar mejor, y que he resumido en este particular

 

10 buenas razones para hacer terapia psicológica

 

1. Te ayuda a desplazar la atención de tooodo lo malo hacia lo bueno: lo que tienes, lo que funciona, las oportunidades, lo que puedes hacer...

 

2. Te ayuda a conocerte mejor a ti mismo y por lo tanto: comprenderte, aceptarte, valorarte.

 

3. Te ayuda a pensar bien, que no es pensar siempre de manera positiva, ni siempre ver el lado bueno, ni siempre ser optimisma. Es pensar de manera más racional y utilitaria. Y qué importante es aprender a pensar bien, para sentirse bien.

 

4. Te ayuda a relativizar, a darte cuenta de que casi nada es demasiado importante, ni grave ni definitivo. Nada es el fin del mundo, todo pasa.

 

5. Te ayuda a relacionarte de manera más sana con tus propias emociones. A no magnificarlas, a no dotarlas de tanta intensidad, para que así no te dominen, sino que seas tú quien las domines a ellas, lo cual no significa reprimir, sino dirigir tu conducta de manera consciente con (o a pesar de) lo que estés sintiendo.

 

6. Te ayuda a relacionarte mejor con los demás. A comunicarte mejor, defender tus derechos sin agresividad, resolver de manera más eficaz los conflictos, y no tomarte a pecho las ofensas ya que dicen más de la persona que las lanza que de a quien van dirigidas.

 

7. Te ayuda a hablar. Y a veces eso basta, eso ya es suficiente. Tener un espacio para ti, para hablar con una persona que no es un familiar ni amigo, sino un profesional, que no te va a juzgar (o al menos no debería), que no te va a obligar a hacer nada que no quieras. A veces, tener ese espacio para hablar, es simplemente, abrir un canal de comunicación hacia ti, ¡hablarte a ti! ¡Y cuán bueno es que nos hablemos y escuchemos de vez en cuando!

 

8. Te ayuda a darte cuenta. ¿A darte cuenta de qué? De las conexiones. De qué estoy haciendo o no haciendo, del porqué y de las consecuencias. Y esa toma de consciencia, es el principio del cambio.

 

9. Te ayuda a cerrar viejas heridas del pasado. Heridas que a veces quedan abiertas y que hay que cicatrizar y que, como no son heridas físicas, la única manera de suturarlas es a través de la expresión de pensamientos y emociones y de su discusión.

 

10. Te ayuda a decir adiós a personas que se han ido, y un fuerte ¡HOLA! a las personas que están por llegar. A abrir los brazos, a aprender a abrazar.

 

Ojalá te haya ayudado, un poquito, con este post, a abrirte a la terapia psicológica, y ya sea tu respuesta un sí o un no... ¡abre tus brazos y recibe este ABRAZO!

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