CREENCIAS AUTOLIMITANTES

09/06/2021

Todos tenemos un sistema de creencias que hemos ido desarrollando a lo largo de nuestra experiencia vital.

 

Algunas de esas creencias son autolimitantes. Nos condicionan de manera negativa, impidiéndonos sacar nuestro verdadero potencial. Nos llenan de miedos, nos ponen el "no" por delante, nos cohíben y nos hacen daño.

 

La mayoría de esas creencias son falsas o, como mínimo, inexactas, y son fruto de malos aprendizajes. Nos pasaron determinados eventos en el pasado de los cuales extrajimos conclusiones erróneas que fueron el germen de esas creencias.

 

Pero hay una cosa que tienes que saber. Y no me gusta usar la expresión "tienes que", pero esto tienes que saberlo: el pasado es influyente, no determinante. Podemos darnos cuenta de qué tipo de creencias autolimitantes nos están condicionado negativamente, quitarles valor a través de un razonamiento que nos demuestre su irracionalidad y disfuncionalidad, ver que solo nos aportan malestar y, desde ahí, iniciar una transformación de creencias que se traduzca en cambios de pensamientos y de hábitos.

 

No te voy a engañar: no es fácil. Muchas de esas creencias llevan soterradas en nuestro subconsciente mucho tiempo. Entonces, aunque a través de la lógica seamos capaces de desmontarlas, van a seguir estando ahí y manifestándose en nuestro diálogo interior y comportamientos. Pero, el objetivo no es eliminar estas creencias y los pensamientos y conductas subyacentes, sino darnos cuenta. Cada día, cada hora, cuando aparezcan, ser conscientes de que tratan de influirnos (para mal, obvio) y, entonces, que esa toma de consciencia nos sirva para desechar la creencia, transformar el pensamiento y cambiar el comportamiento y, por ende, el resultado.

 

Como dice el gran rapero El Chojin: "Que sea difícil no implica que sea imposible; que sea imposible no implica que vaya a rendirme".

 

Algunas de las creencias autolimitantes más típicas, son:

 

- No soy merecedor. Sobre todo de afecto. Personas que vivieron un apego distante o ambivalente de sus progenitores o que sufrieron experiencias de rechazo o abandono, suelen tener esta creencia. "No soy lo suficientemente digno para recibir el amor de los demás". Entonces, crean una coraza, se muestran distantes, esquivos a recibir amor, porque anticipan que acabarán decepcionándoles. O bien ven falsas alarmas de rechazo y abandono en todas partes: si no queda alguna vez conmigo, si muestra desaprobación, si no me contesta al whatsapp tras cinco minutos... La verdad es que, por regla general, no hay nada en nuestra personalidad que nos haga 100% inmerecedores del afecto de otros. Todos tenemos defectos y virtudes. Todos somos dignos de amor y, por supuesto, susceptibles de rechazo y abandono, y no por ello dejamos de ser dignos de amor. No se le puede caer bien a todo el mundo... pero tampoco mal.

 

- Soy un inútil. Personas cuyo modelos en la infancia eran excesivamente exigentes, críticos y/o sobreprotectores. Entonces, llegan a la conclusión "No sé hacer nada bien". Así que evitan, porque no se ven capaces, y al evitar, refuerzan su creencia, porque no se enfrentan a los retos y así es imposible aprender a hacer nada bien. La verdad es que todos somos inútiles en muchas cosas... ¡y muy útiles en otras! Lo importante es conocer cuáles son nuestras capacidades y desarrollarlas y aprovecharlas. Por otra parte, nadie nace sabido. Hay cosas que no sabemos hacer o que hacemos mal pero en las que con conocimiento y práctica podemos mejorar. Y cosas que no se nos van a dar bien en la vida, y no pasa nada, siempre se puede pedir ayuda.

 

- Soy inferior a los demás. Personas que han crecido en un ambiente competitivo o han sufrido bullying u otras experiencias de acoso. Entonces, como he aprendido (malaprendido, en realidad) que soy despreciable, porque no se me dan bien los deportes, o porque era tímido y no me relacionaba mucho de pequeño, o porque en mi vida han aparecido unos hijos de puta (lo siento, no tienen otro nombre) que se burlaban de mí y me ridiculizaban, debo ocultarme, esconderme, no mostrarme tal como soy porque si lo hago el otro descubrirá aquello que soy o tengo que me hace inferior. La verdad es que la vida no es una competición. No nacemos para ganar ni para cumplir con las expectativas de los demás ni para ser perfectos ni mejores que nadie. Todos tenemos cosas admirables y otras que no lo son tanto y no hay que avergonzarse de ellas. No estamos ni por encima ni por debajo de nadie, sino a la par. Con nuestras diferencias, que nos hacen únicos, no inferiores.

 

- Soy mala persona. Típica de personas que han sido criadas en un sistema de la culpa. "No hagas esto, esto está mal, eres malo/a". Claro, con unas expectativas tan altas de corrección y excesiva responsabilidad sobre el qué dirá y cómo se sentirá el otro, no es de extrañar que me sienta malo por casi cada metedura de pata que cometa (o incluso cuando no hago nada mal). La verdad es que todos somos buenos y malos, al menos en términos de potencialidad. Es decir, todos somos capaces de hacer el bien y el mal, y como somos humanos, a veces nos equivocaremos y haremos el mal. Pero, más importante que eso es saber discernir entre una cosa y la otra. Por otro lado, no somos absolutos responsables del sentir de los demás. Por ejemplo, no soy mala persona por decir que no. Y si la otra persona se ofende o se molesta, quizá se lo tenga que mirar ella y no yo.

 

- Soy feo o poco atractivo. Personas que han sufrido ataques a su imagen (críticas excesivas de los padres, bullying de compañeros) o que han sido criados en un sistema en el que se las han inundado de expectativas irreales sobre la belleza. Esta creencia se relaciona con la de "no soy merecedor", pero, además, provoca que la persona se obsesione con su imagen, o mejor dicho, con los aspectos negativos de su imagen, dejando de valorar otros más positivos y, por supuesto, desechando los rasgos de personalidad. Típico de personas con complejos, problemas de alimentación, obsesión por lo superficial y miedos que las limitan en sus relaciones con los demás. La verdad es que el canon estético es una construcción social pero la auténtica belleza está en los ojos del que mira, y todos tenemos rasgos que pueden llegar a ser admirables. Por otro lado, el atractivo no es solo una cuestión de físico, sino que la personalidad, la actitud y la manera de expresarte y relacionarte marcan grandes diferencias.

 

Como vemos, estas creencias son veneno para la autoestima e intoxican nuestra forma de ver el mundo y de vernos a nosotros mismos, dificultándonos vivir una vida más plena y en bienestar. De ahí la importancia de saber detectarlas, cuestionarlas y transformarlas.

 

Por eso, este sábado, en Málaga, hago el Taller del Buen Pensar, en el que analizaremos no ya creencias sobre uno mismo sino de todo tipo (el mundo, las normas sociales, la cultura... el cómo son o "deben" ser las cosas, en definitiva), para demostrarnos si somos capaces de ver que otro mundo es posible, primero dentro de uno, y de dentro afuera. Si estás en Málaga para la fecha, no faltes. Te esperamos. Será muy interesante, ameno y enriquecedor.

 

Cuestiona todo lo que digo; la duda nos acerca más a la verdad.

 

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Si te gusté yo, hago terapia psicológica en consulta en Málaga y online para el resto del mundo.

 

Y, sin límites, ¡recibe este abrazo!

 

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