Cómo gestionar el estrés postvacacional y volver a la rutina con energía

02/09/2025

El final de las vacaciones suele traer consigo una mezcla de emociones: recuerdos felices, energía renovada, pero también cierto cansancio, apatía o desánimo al retomar las obligaciones. Este fenómeno, conocido como estrés postvacacional, no es una enfermedad, pero sí un estado de ánimo que genera malestar real en quienes lo padecen.

Con este artículo queremos ayudarte a entender qué es, por qué ocurre y qué estrategias psicológicas pueden ayudarte a superarlo de la mejor manera, evitando que la vuelta a la rutina se convierta en una cuesta arriba interminable.

¿Qué es el estrés postvacacional?

Se trata de un estado transitorio de adaptación que aparece cuando, tras un periodo de descanso, debemos reincorporarnos a nuestras responsabilidades laborales, académicas o familiares. El contraste entre la libertad de las vacaciones y la rigidez de los horarios hace que nuestro cuerpo y nuestra mente necesiten un tiempo para reajustarse.

Los síntomas más frecuentes son:

  • Cansancio y falta de energía.
  • Dificultad para concentrarse.
  • Irritabilidad o tristeza.
  • Alteraciones del sueño.
  • Apatía o falta de motivación.

Según diferentes estudios, alrededor del 40% de la población experimenta este tipo de malestar tras las vacaciones. La buena noticia es que suele ser pasajero, y en la mayoría de los casos desaparece en un plazo de unos días a dos semanas.

¿Por qué ocurre?

El origen está en el choque entre dos ritmos de vida muy distintos. Durante las vacaciones solemos dormir más, comer sin horarios estrictos y dedicar más tiempo a actividades placenteras. De un día para otro, ese estilo de vida flexible se sustituye por despertadores, correos pendientes, reuniones o clases.

Además, hay un componente psicológico importante:

  • La sensación de pérdida de libertad.
  • La vuelta a tareas poco motivadoras.
  • La percepción de que “lo bueno ha terminado” y toca regresar a lo de siempre.

Todo esto genera un estado de resistencia natural al cambio que, si no se maneja bien, se traduce en malestar.

Algunas estrategias que podrían ayudarte a afrontarlo

Aunque el estrés postvacacional es común, existen estrategias que ayudan a transitarlo de manera más llevadera y saludable.

1. Aceptar el proceso

Reconocer que este malestar es normal y temporal permite quitarle dramatismo. No se trata de que “algo va mal contigo”, sino de que tu cuerpo y tu mente están adaptándose. Evitar juzgarte o resistirte reducirá la intensidad del malestar.

2. Retomar la rutina poco a poco

Si es posible, vuelve de las vacaciones unos días antes de reincorporarte al trabajo o al colegio. Así tendrás margen para reajustar el horario de sueño, organizar la casa y adaptarte de manera gradual.

3. Encontrar motivaciones dentro de lo cotidiano

La rutina no tiene por qué ser sinónimo de monotonía. Introduce pequeños momentos de disfrute en tu día a día: leer un libro, dar un paseo, tomar un café con alguien querido o practicar una afición. Estos detalles ayudan a mantener la motivación.

4. Organización realista

Uno de los grandes errores es pretender resolver todo de golpe en los primeros días. Haz una lista de prioridades, divídelas en pasos alcanzables y concédete tiempo. La productividad real surge cuando nos organizamos sin exigirnos lo imposible.

5. Cuidar el cuerpo para cuidar la mente

Dormir lo suficiente, mantener una alimentación equilibrada y practicar ejercicio físico suave (caminar, nadar, yoga) son pilares para recuperar la energía. Cuerpo y mente están profundamente conectados: si uno se descuida, el otro lo resiente.

6. Reformular el significado de septiembre

En lugar de ver septiembre como “el fin del verano”, puedes darle un enfoque positivo: el inicio de nuevas oportunidades. Plantearse objetivos realistas, aprender algo nuevo o mejorar hábitos convierte el regreso en una etapa de crecimiento.

¿Cuándo pedir ayuda profesional?

En la mayoría de los casos, el estrés postvacacional desaparece solo con el paso de los días. Sin embargo, conviene estar atentos a ciertas señales:

  • Si la tristeza, la ansiedad o la falta de motivación se prolongan más de tres semanas.
  • Si el malestar interfiere de manera significativa con la vida laboral, académica o personal.
  • Si aparecen síntomas más intensos, como ataques de ansiedad o sentimientos de desesperanza.

En esos casos, puede tratarse no solo de estrés postvacacional, sino de un cuadro más profundo, como depresión o ansiedad generalizada.

En mi gabinete acompaño a personas que atraviesan estas situaciones, ofreciéndoles herramientas prácticas, apoyo emocional y un espacio seguro para recuperar el equilibrio. La vuelta a la rutina no tiene por qué vivirse como un obstáculo: también puede convertirse en una oportunidad para reencontrarse con uno mismo, reforzar hábitos saludables y crecer psicológicamente.

Si sientes que este inicio de curso te está resultando más difícil de lo esperado, recuerda que no tienes que afrontarlo solo. La terapia puede ayudarte a transformar este proceso en una experiencia de aprendizaje y fortaleza personal.

 

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